lunes, 12 de noviembre de 2012
Madrid, 1987
-Miguel-
Has atravesado el café como una gacela. Totalmente fuera de sitio entre toda esa vulgaridad
-Ángela-
Así que es verdad que escribes aquí siempre
-Miguel-
No siempre. Siempre es una palabra peligrosa. ¿No te parece?
-Ángela-
No sé.
-Miguel-
Las palabras que parecen que obligan a algo son siempre mentiras.
A nadie le obliga una palabra. No te fíes de las palabras. Parecen una cadena, pero se rompen así.
(Y Miguel hace un gesto de romper con suma facilidad unas esposas invisibles).
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